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El consumo de la música a través de la imagen televisiva y videográfica
La voz griega (τηλε) têle, lejos y la latina: videre, ver, “observar a la distancia" permiten comprender la lógica del televisor creado por el alemán Paul Nipkow en 1883. Es un dispositivo fruto de la investigación electrónica que constituyó un hito importante en la historia de las comunicaciones en el que la población pudiera ver, en tiempo real, el desarrollo de los acontecimientos registrados en distintas partes del mundo. Constituye éste un importante precedente para que, en 1960, el estadounidense John Licklider desarrollara la comunicación digital en el siglo XXI.
Los intersticios de la televisión, la videocinta y el videoclip
La primera retransmisión de imágenes televisivas en 1927, creó una nueva cultura del consumo visual. Con las primeras pruebas del magnetoscopio, los componentes de la videocinta que se devanan en dos carretes (inventados por el escocés John Logie Baird en 1928) permitieron fijar los programas televisivos sobre cintas magnéticas contenidas en los denominados casettes y ser reproducidos, nuevamente, para los adeptos a la pantalla, acaparando publicidad e incrementando sus réditos económicos adicionales a las transmitidas en vivo.
La cultura de la videocinta
La video cinta generó a la vez la cultura de la video-política y del video-pop. La música se convirtió, ostensiblemente, en un producto de consumo masivo, en especial para melómanos, al grabar masivamente en videocintas para luego, generar el intercambio y coleccionismo comercial. Un fenómeno al que Adorno en Disonancias explica: "(...) la conducta valorativa se ha convertido en una ficción para quien se encuentra rodeado de mercancías musicales estandarizadas" (Pág16). El imaginario de la videocinta posibilitó la proliferación de las bandas music ales en sus anhelos de mediatizarse, incluso con anacronismos estéticos como formas de revolucionar la moda.
El videoclip cambió la historia de la música entre los años 60s y 90s pues creó una cultura de alquiler y coleccionismo de todo registro de diversidad de géneros musicales.
Con la llegada del D.V.D, en el año de 1995 y las plataformas digitales en el 2005, las videocintas solo forman parte de los recuerdos, motivos de apropiaciones estéticas experimentales, de exhibición como adornos en locales retro o como parte de la utilería de los filmes de época que, en tiempos pretéritos, causó una revolución tecnológica.
El registro audiovisual en los soportes digitales cambió la calidad y textura de las imágenes y el sonido, al igual que las formas de producción: realización, post-producción, visionado y apreciación; y todo ello, sin la complejidad que había generado la tecnología analógica.
af
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¿El videoclip con formatos cinematográficos?
De una punta a la otra del espectro cultural,
el flujo implica disolvencia de géneros
y exaltación expresiva de lo efímero.
Hoy el flujo televisivo se constituye
en la metáfora más real del fin de los grandes relatos,
por la equivalencia de todos los discursos.
J. Martín-Barbero y G. Rey
El videoclip se define como un cortometraje musical de aproximadamente 3 a 7 minutos de duración, fundamentado en una narrativa rítmica, a la cual se le ha incorporado secuencias de imágenes fijas o en movimiento previamente rodadas; a fin de constituir contrapuntos o paralelismos visuales en correspondencia con las líricas del tema musical.